Las demandas de terapia de pareja crecieron el 30%
El alza es sostenida desde 2001. La idea es encontrar un “árbitro” que logre mediar en los conflictos. Los hombres son más reticentes
(DIARIOC, 05/07/2010) Un árbitro. Eso es lo que buscan cada vez más parejas. El pedido -lejos de ser causado por la fiebre mundialista- se relaciona con los problemas de comunicación que hombres y mujeres se animan a tratar en terapia conjunta. Desde 2001 -cuando la crisis económica terminó de erosionar la delicada armonía de algunos matrimonios-, la cantidad de consultas crece sostenidamente. En el último año, el incremento trepó hasta el 30% según coinciden Dante Ciciaro, director de la Asociación Pareja y Familia Actual, y Tamara Lizevsky, miembro de Psicólogos en Red.
“Hay apertura al diálogo de lo que constituye la intimidad. Es habitual que los problemas de pareja se hablen más abiertamente que antes”, explica Lizevsky. Sin embargo, para algunos matrimonios el tema aún es tabú. “Es difícil admitir que hay un problema e ir a terapia parece hacerlo más grave todavía. Nosotros no comentamos mucho que vamos. Además, la idea de que si vas a terapia te separás está muy instalada. Y no es verdad. Nosotros encontramos un lugar para hablar”, comenta Laura A., de 32 años.
En conflicto. Los tratamientos son de 12 sesiones en promedio, y suelen ser las mujeres quienes proponen iniciarlos. “A ellas suele molestarles la sensación de que pasa algo y no se habla. Entonces, buscan un tercero que pueda abrir el juego”, dice Rosalía Alvarez, secretaria de Investigación de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
“Sabrina propuso ir a terapia y yo acepté enseguida”, cuenta Leandro Rivera, de 33 años. Sus dos hijos adolescentes de un matrimonio anterior conviven la mitad de la semana con la pareja. “No tengo hijos ni el punto de vista de un padre. Eso generaba algunas discusiones. Las personas solteras suelen ser más permisivas; duermen un domingo hasta tarde o se saltan una comida si quieren. Con los chicos no es así”, describe Sabrina Rovere, diseñadora gráfica de 35 años. Contentos por haber ido a terapia coinciden en que “fue positivo que la terapeuta nos diese pautas muy claras de convivencia”.
Catarsis actoral. A diferencia de ciertas terapias individuales, el rol de los profesionales es muy activo. Opinan y orientan, aunque siempre priorizan el diálogo de la pareja para resolver antagonismos. En situaciones extremas, algunos recurren al psicodrama. “Cuando el enfrentamiento es muy encarnizado, les pido que inviertan los roles, que cada uno se ponga en el lugar del otro, aunque no es lo que más hago”, explica Hilda Abelleira, psicóloga de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo.
En una de las primeras sesiones, la terapeuta de Liliana Suárez y su ex marido les pidió que dibujasen, por separado, su árbol genealógico. El desinterés mutuo quedó plasmado cuando los dos olvidaron incluir a su cónyuge en el dibujo. “Yo había empezado actividades para tratar de estar mejor. Mi autoestima mejoró, pero para mi esposo eso generó cambios en mí. Veníamos con algunas crisis sin resolver, como un negocio del que éramos socios y quebró”, señala la mujer de 47 años. Tras 11 años de convivencia, la pareja se separó. “Fuimos muy al final. La terapia podría habernos ayudado si nos hubiésemos decidido cuatro años antes”, explica.
Las parejas jóvenes no dejan pasar tanto tiempo para buscar ayuda. En promedio pasan entre dos y tres años antes decidirse. “Yo estuve un año mal antes de ir a terapia. Teníamos problemas de comunicación y de objetivos”, cuenta Karina Pérez, empleada administrativa de 38 años. Aunque el intento no funciónó “porque él no lograba aceptar que había un problema”, Pérez considera que la terapia puede ser positiva “si ambos están interesados en participar”.
No va más. El “aguante” en el matrimonio ya no es un modelo de vida y algunas parejas buscan en terapia una forma de separarse de la mejor manera posible. Ese fue el caso de Diego A., un escritor de 56 años, que recurrió a consulta de pareja en dos oportunidades.
“La primera vez -afirma- logramos cambios que le dieron una sobrevida de cinco años a la relación. La segunda, fuimos para un cierre. Las terapias de pareja no son una solución mágica. Para que sirvan hay que encararlas a tiempo.” Para algunas parejas, una necesidad; para otras, un desafío.
Fuente: Perfil
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