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jueves, 17 de febrero de 2011

POSIBLE SOLUCION A CRISIS SENTIMENTAL

La Lic. Diana M. Resnicoff (México) analiza cuándo una pareja debería pedir ayuda y los requisitos que se necesitan de ambos para la recuperación.

El amor entre dos seres que conforman una pareja es un sentimiento delicado, dotado de vida ante el que no se puede bajar la guardia en ningún momento. Pero es también cierto que las “crisis de pareja” forman parte de la relación amorosa.

Se trata de momentos difíciles en los que parece que se toca fondo y sobre los que sobrevuela el fantasma de la separación. De manera tal que lo que vemos en la clínica y en la vida diaria es que el conflicto se vive como una amenaza que abre una fisura en nuestra frágil seguridad emocional.

El desenlace dependerá de cómo sepamos afrontar esta crisis que seguramente requiere un cambio de actitud y de enfoque por parte de los dos integrantes de la pareja.

Si pensamos la pareja en términos del juego del ajedrez, el movimiento de uno (el cambio de uno de sus miembros) necesariamente requiere que también el otro haga un movimiento acorde con el fin que no sobrevenga el “jaque mate” rápidamente, entendiendo que ese jaque mate marcaría sí el final de la relación.

Una crisis de pareja no significa inevitablemente el fin de una relación pero su presencia hace saltar una alerta que nos avisa que algo no va bien. Que esa relación que empezó siendo una relación fluida puede verse interferida por factores individuales (dependientes de la historia de cada uno de sus integrantes) o internos como el cansancio, el estrés, problemas laborales, familiares o económicos.

Casi sin darse cuenta, la convivencia se torna en una serie de silencios tensos, respuestas enojosas, y rencores continuos; incluso también resulta observable que es más fácil echar la culpa de todo al otro, asumir un papel de víctima y poner distancias y barreras a la comunicación.

En el trasfondo de estos comportamientos suele encontrarse la dificultad para asumir la verdad, especialmente la parte propia de responsabilidad, además de los miedos y las emociones más íntimas que a veces cuesta tanto exteriorizar.

Sin embargo, también es cierto que "dos no discuten si uno no quiere", y mucho menos, rompen una relación. Cuando las cosas se ponen feas, acudir a una terapia de pareja puede brindar las claves necesarias para reencaminar la situación y devolver las aguas a su cauce. Sólo hay un elemento indispensable, y es la voluntad de los dos para resolver la situación y saber o entender que los acuerdos necesitan ser renovados . De ahí que sea tan importante contar con la flexibilidad de ambos.

Generalmente toda pareja atraviesa 3 momentos clave en los que puede surgir una crisis:

1. La barrera de los 7 años. Entre los 7 y 10 años de vida en común puede aparecer una crisis que los psicólogos han llamado "de habituación". La habitualidad de todas las conductas, la repetición como forma “ilusoria” de mantener un equilibrio hace que en algún lado surja el quiebre y esos mismos comportamientos comienzan a dejar de resultar interesantes o atractivos. Esto se puede traducir en la pareja como incomunicación o malos entendidos, apatía, desapego, etc.

2. La llegada del primer hijo. La irrupción de un bebé en la casa trastoca completamente el ritmo de vida. Pasar de ser dos a ser tres, no es fácil. Muchas cosas cambian y muchas parejas pasan a ser padres y lentamente se va perdiendo la comunicación, la intimidad, la sexualidad y por supuesto sobreviene la crisis.

3. La marcha de los hijos del hogar , y otras circunstancias que supongan una crisis personal (enfermedades de uno de los integrantes, jubilación, etc.) provocan situaciones de gran tensión, especialmente si la pareja no realizó lo que podríamos llamar un trabajo “preventivo”, es decir saber que esto va a pasar y no esperar verse sumergidos en “la crisis”.

De más está decir que en muchos casos esa crisis sobreviene sin que ninguna de las dos partes tenga ningún deseo de que suceda, ni mucho menos de romper la pareja. Cuando esto ocurre, tal vez sea el momento de buscar ayuda terapéutica y realizar una terapia de pareja, evitando así el enquistamiento de ciertas situaciones.

www.psicologosperu.com

domingo, 1 de agosto de 2010

LAS TERAPIAS DE PAREJA VAN EN AUMENTO

Las demandas de terapia de pareja crecieron el 30%

El alza es sostenida desde 2001. La idea es encontrar un “árbitro” que logre mediar en los conflictos. Los hombres son más reticentes

(DIARIOC, 05/07/2010) Un árbitro. Eso es lo que buscan cada vez más parejas. El pedido -lejos de ser causado por la fiebre mundialista- se relaciona con los problemas de comunicación que hombres y mujeres se animan a tratar en terapia conjunta. Desde 2001 -cuando la crisis económica terminó de erosionar la delicada armonía de algunos matrimonios-, la cantidad de consultas crece sostenidamente. En el último año, el incremento trepó hasta el 30% según coinciden Dante Ciciaro, director de la Asociación Pareja y Familia Actual, y Tamara Lizevsky, miembro de Psicólogos en Red.

“Hay apertura al diálogo de lo que constituye la intimidad. Es habitual que los problemas de pareja se hablen más abiertamente que antes”, explica Lizevsky. Sin embargo, para algunos matrimonios el tema aún es tabú. “Es difícil admitir que hay un problema e ir a terapia parece hacerlo más grave todavía. Nosotros no comentamos mucho que vamos. Además, la idea de que si vas a terapia te separás está muy instalada. Y no es verdad. Nosotros encontramos un lugar para hablar”, comenta Laura A., de 32 años.

En conflicto. Los tratamientos son de 12 sesiones en promedio, y suelen ser las mujeres quienes proponen iniciarlos. “A ellas suele molestarles la sensación de que pasa algo y no se habla. Entonces, buscan un tercero que pueda abrir el juego”, dice Rosalía Alvarez, secretaria de Investigación de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

“Sabrina propuso ir a terapia y yo acepté enseguida”, cuenta Leandro Rivera, de 33 años. Sus dos hijos adolescentes de un matrimonio anterior conviven la mitad de la semana con la pareja. “No tengo hijos ni el punto de vista de un padre. Eso generaba algunas discusiones. Las personas solteras suelen ser más permisivas; duermen un domingo hasta tarde o se saltan una comida si quieren. Con los chicos no es así”, describe Sabrina Rovere, diseñadora gráfica de 35 años. Contentos por haber ido a terapia coinciden en que “fue positivo que la terapeuta nos diese pautas muy claras de convivencia”.

Catarsis actoral. A diferencia de ciertas terapias individuales, el rol de los profesionales es muy activo. Opinan y orientan, aunque siempre priorizan el diálogo de la pareja para resolver antagonismos. En situaciones extremas, algunos recurren al psicodrama. “Cuando el enfrentamiento es muy encarnizado, les pido que inviertan los roles, que cada uno se ponga en el lugar del otro, aunque no es lo que más hago”, explica Hilda Abelleira, psicóloga de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo.

En una de las primeras sesiones, la terapeuta de Liliana Suárez y su ex marido les pidió que dibujasen, por separado, su árbol genealógico. El desinterés mutuo quedó plasmado cuando los dos olvidaron incluir a su cónyuge en el dibujo. “Yo había empezado actividades para tratar de estar mejor. Mi autoestima mejoró, pero para mi esposo eso generó cambios en mí. Veníamos con algunas crisis sin resolver, como un negocio del que éramos socios y quebró”, señala la mujer de 47 años. Tras 11 años de convivencia, la pareja se separó. “Fuimos muy al final. La terapia podría habernos ayudado si nos hubiésemos decidido cuatro años antes”, explica.

Las parejas jóvenes no dejan pasar tanto tiempo para buscar ayuda. En promedio pasan entre dos y tres años antes decidirse. “Yo estuve un año mal antes de ir a terapia. Teníamos problemas de comunicación y de objetivos”, cuenta Karina Pérez, empleada administrativa de 38 años. Aunque el intento no funciónó “porque él no lograba aceptar que había un problema”, Pérez considera que la terapia puede ser positiva “si ambos están interesados en participar”.

No va más. El “aguante” en el matrimonio ya no es un modelo de vida y algunas parejas buscan en terapia una forma de separarse de la mejor manera posible. Ese fue el caso de Diego A., un escritor de 56 años, que recurrió a consulta de pareja en dos oportunidades.

“La primera vez -afirma- logramos cambios que le dieron una sobrevida de cinco años a la relación. La segunda, fuimos para un cierre. Las terapias de pareja no son una solución mágica. Para que sirvan hay que encararlas a tiempo.” Para algunas parejas, una necesidad; para otras, un desafío.

Fuente: Perfil

http://www.psicologosperu.com/

viernes, 30 de julio de 2010

TERAPIAS DE PAREJA

Los problemas de pareja desembocan inevitablemente, si la relación no se quiebra, en la terapia de pareja. Este es un buen camino a seguir cuando los canales de diálogo de la pareja se ven completamente cerrados, y sin embargo un pasado fuerte de amor, o un presente de responsabilidades, brinda a los integrantes de la pareja el ánimo de reconstruir la armonía original, o bien elaborar códigos de convivencia completamente nuevos, que permitan a la pareja seguir adelante y vencer la prueba del tiempo. A continuación, un artículo que te ayudará mucho si tu pareja tiene problemas de esta índole.

¿Cuáles son los pasos a seguir en una terapia de pareja?

1 - ASUMIR QUE SE TIENE UN PROBLEMA
Siempre uno de los componentes de una pareja tiene resistencia a empezar una terapia de pareja cuando el otro se lo propone. De manera que la primera etapa antes de encara la terapia seria identificar claramente la existencia de un problema. Hacerle comprender al otro que es necesario consultar a alguien para que los ayude a superar la situación.

2 - NO REPETIR LOS MISMOS ERRORES
Parte del trabajo del analista y de los analizados es no repetir los mismos errores que cometen en las discusiones en la pareja durante la terapia. Muchas parejas caen rápidamente en la descalificación, en la agresión, en el mutismo mientras están siendo analizadas continuando así el círculo vicioso del rencor. Encarar la terapia significa estar dispuesto a intentar nuevas formas de comunicación, de expresión para así poder lograr nuevos resultados.

3 - ENTENDER QUE EL OTRO ES UN SER HUMANO
Durante la terapia se da un proceso gradual y lento en el que las dos partes se dan cuenta de que la persona con la que conviven es también un ser humano ¿Que significa esto? Que es siendo un ser humano tiene humores, intereses, debilidades, diferentes a las nuestras. Esto que parece muy fácil de enunciar es muy difícil de interiorizar y gran parte de los problemas de parejas suceden por su causa.

4 - PROFUNDIZAR EL DIALOGO
Profundizar el diálogo es el mecanismo esencial que propone la terapia de pareja para revertir el proceso de fractura y separación. No solo tendrán que dialogar mas que antes, sino que deberán hacerlo como ejercicio de fundamental del saneamiento. Si uno no sabe como se siente el otro, si siente odio, rencor, tristeza, felicidad nunca podrán entenderse.

5 - RECONOCER LOS ESTADOS EMOCIONALES
A través del dialogo las parejas aprenderán a reconocer sus estados de ánimos y aprenderán a actuar en consecuencia. Si una parte de la pareja esta sintiendo tristeza la otra sabrá como animarla, si tiene rencor la otra lo reconocerá y podrá darle un espacio para que lo elimine. Los estados de ánimo y saber como identificarlos comprenden otra parte esencial de la curación.

6 - SER CONCIENTE DE LA DIFERENCIA DE PERSONALIDADES
La pareja deberá entender que hay cosas arraigadas en la personalidad que ninguna terapia podrá modificar. Siendo concientes de ello sabrán se mas tolerantes el uno con el otro cuando se acerque a estos puntos. Intentar modificar la personalidad de un ser humano conlleva inevitablemente a choques y problemas, ya sea una pareja o en cualquier mortal. Si no nos agrada algo que está profundamente arraigado en otro y no lo podremos modificar lo mas sano será que la parte que demande el cambio sea la que haga el cambio.

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miércoles, 24 de marzo de 2010

CAMINANDO JUNTOS POR LA VIDA

CAMINANDO JUNTOS PARA TODA LA VIDA

Tengo unos amigos que están casados desde hace 12 años.
Hasta hace unos meses llevaban, aparentemente, una excelente relación, pero, poco a poco, se ha ido creando una fría distancia entre los dos. Ella se mantiene ocupada con los niños, el trabajo y sus amigas.
Él se ocupa de sus negocios y sólo sale con sus amigos. Ellos han perdido, lamentablemente, el deseo de compartir y ha germinado la desconfianza, la tristeza, la impotencia y el resentimiento.

Sus amigos, que están muy preocupados por la situación, opinan y toman partido.
Es curioso lo fácil que nos puede resultar, en un momento dado, observar, desde afuera, la vida de otras personas para juzgar con ligereza los pocos hechos que conocemos, señalar un culpable y crear la posible solución al conflicto.

Esto lo hacemos muchas veces inconscientemente, sin conocer verdaderamente las razones por las que llegaron a estar en esa situación e ignorando que cada persona siempre tiene una parte de la razón; y que en el caso de una pareja, sólo habiendo considerado el punto de vista y la necesidad de cada uno, es como se puede llegar a construir un acuerdo que les permita sentirse a gusto en compañía uno del otro y suficientemente motivados para hacer el trabajo necesario de cambiar y de incorporar nuevos y mejores sentimientos y actitudes a la relación.

La amistad, que es indispensable para mantener una buena relación de pareja, nos da la capacidad de disculpar y perdonar con más facilidad los errores y las faltas, nos motiva a compartir todo con esa persona porque encontramos una gran afinidad de intereses, nos comunicamos con sinceridad y confianza, prestando más atención al momento de escuchar; también nos convierte en cómplices y en compañeros en la aventura de la vida, evita que juzguemos con ligereza, y nos hace estar más dispuestos a aceptar las diferencias personales.

Para que una relación de pareja sea satisfactoria y se mantenga en el tiempo, se requiere que muchos elementos se conjuguen: pasar tiempo de calidad juntos para compartir y hacer crecer el amor, tener proyectos comunes. Hay que considerar, también, la necesidad que cada uno de nosotros tiene de reservar un pequeño espacio para hacer aquellas cosas que nos hacen sentir bien. Contar con la anuencia y con la compañía de la pareja para disfrutar de este espacio puede darle a nuestra vida un aire de tranquilidad y realización.

La confianza, la comunicación clara, abierta y directa, el respeto, la lealtad, la gratitud, la amistad y el amor, harán que podamos disfrutar de la compañía de nuestra pareja, sin sentir en algún momento que hemos perdido o renunciado a nuestra identidad.

Cuando después de algunos años de convivencia, todavía podemos pasar horas conversando con esa persona sin sentir el paso del tiempo, cuando nos sentimos dispuestos a compartir los momentos especiales, aun en silencio; cuando podemos apoyarnos el uno en el otro porque sabemos que estamos ahí para darnos la mano, cuando reímos juntos de las pequeñas tonterías que nos pasan, cuando sabemos que esa persona siempre está pendiente de nosotros, cuando a pesar de ser diferentes encontramos y resaltamos los elementos en común y las mejores características del otro, cuando disculpamos con facilidad para salir de la ira o del dolor y recuperar la alegría y las ganas de compartir, seguimos tan enamorados como al principio.

Es importante revisar las expectativas que tenemos acerca de nuestra pareja, de manera que podamos considerar todo lo positivo que esa persona trae a nuestra vida. Y a menos que la causa de nuestro malestar sea un comportamiento destructivo o irresponsable, en cuyo caso deberemos buscar ayuda profesional para resolverlo, bien vale la pena, fortalecer la amistad entre los dos para darnos otra oportunidad.

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