sábado, 26 de marzo de 2011

UNA TERAPIA DE PAREJA PREVENTIVA

Proponen realizarla periódicamente, del mismo modo que se efectúa un chequeo médico.

Tara Parker-Pope
The New York Times
Sábado 26 de marzo de 2011

NUEVA YORK.- En la mayoría de los matrimonios, uno o ambos se resisten a la idea de asistir a terapia. Algunos no pueden pagarla o la encuentran inconveniente. Y muchos la consideran un último recurso, algo que sólo las parejas desesperadas necesitan.

Sólo el 19% de las parejas casadas participa de terapias matrimoniales; un estudio reciente acerca de parejas divorciadas encontró que casi dos tercios de ellas nunca asistieron a terapia antes de dar por terminada su relación.

"Parece que somos todavía más resistentes a buscar ayuda para nuestras relaciones que para la depresión o la ansiedad -dijo Brian D. Doss, profesor de psicología de la Universidad de Miami, Estados Unidos-. Existe una fuerte resistencia a pensar que nuestras relaciones tienen problemas, el reconocer que puede que haya algo que no funciona es casi como admitir su fracaso."

Por supuesto, la terapia matrimonial no siempre funciona, tal vez debido a que en general se atrasa hasta que los problemas son demasiado extensos y profundos. Un estudio reciente de dos tipos de terapias diferentes mostró que sólo alrededor de la mitad de las parejas declaraba mejoras a largo plazo en sus matrimonios.

Por eso, los investigadores comenzaron a buscar formas, algunas de ellas a través de Internet, de acercarse a las parejas antes de que los matrimonios se descarrilen. Un estudio sigue a 217 parejas que se realizan un "control matrimonial anual" que, esencialmente, ofrece medidas preventivas, como un control físico o un examen médico.

"No esperas a que te duela algo para ir al dentista, sino que asistes a controles regularmente", dijo James V. Córdova, profesor asociado de psicología de la Universidad Clar, Estados Unidos.

Aunque todavía están analizando la información recogida, los primeros análisis muestran que las parejas que formaron parte de la experiencia sí mejoraron su calidad matrimonial. Al trabajar con los matrimonios antes de que sean infelices, los controles identifican conductas potencialmente "corrosivas" y ayudan a realizar pequeños cambios en la comunicación antes de que los problemas se descontrolen. Los más típicos incluyen la falta de tiempo y culpar a la pareja por el estrés de criar a los hijos.

"Al no asistir a terapia con sólo un problema que solucionar -dice Córdova-, las parejas terminan peleando aunque existan soluciones simples, pero que ellos no ven."

Terapeuta online

No es sorprendente que algunos terapeutas estén creando programas online de autoayuda para prevenir serios problemas de pareja. Los médicos Doss y Andrew Christensen, de la Universidad de California en Los Angeles, Estados Unidos, están reclutando parejas para analizar tales programas.

El estudio está financiado por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano norteamericano, y va a tratar, a través de Internet, a 500 parejas. Se basa en la "terapia de aceptación", que se centra en entender mejor las fallas de nuestras parejas.

Ese método formó parte de uno de los estudios clínicos más grandes y extensos de la terapia de parejas. Durante más de un año, 134 matrimonios con graves problemas recibieron 26 sesiones de terapia, con controles cada 6 meses durante los siguientes 5 años.

La mitad de las parejas recibió terapias tradicionales, que se enfocaron en mejorar la comunicación y en cómo resolver sus problemas, mientras que las otras participaron además en terapias de aceptación. El estudio mostró que después de cinco años de tratamiento la mitad de los matrimonios en ambos grupos habían mejorado notablemente.

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viernes, 11 de marzo de 2011

TERAPIA: UNA SOLUCION PARA LA VIOLENCIA EN LA PAREJA

La violencia en la pareja es algo que por desgracia se vive.

Esta empieza con pequeños insultos, denigrando a la mujer o también se da cuando alguno de los dos no respeta la relación; aumentando todo esto con el tiempo.

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo (ENVINOV) 2007 -elaborada por el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ)- 15.5% de los mexicanos de entre 15 y 24 años con relaciones de pareja ha sido víctima de violencia física; 75.8% ha sufrido agresiones psicológicas; y 16.5% ha vivido al menos una experiencia de ataque sexual.

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo, el 15.5% de los mexicanos de entre 15 y 24 años ha sido víctima de violencia física.

Según la experta en psicología, la doctora Rosalinda Sepúlveda, el uso de alcohol y drogas es un detonante importante en la violencia de pareja.

Si ya se vive una relación de violencia, la especialista recomienda una terapia de pareja.

Muchas veces luego de vivir una experiencia de violencia, en especial las mujeres tienden a repetir los patrones.

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jueves, 17 de febrero de 2011

POSIBLE SOLUCION A CRISIS SENTIMENTAL

La Lic. Diana M. Resnicoff (México) analiza cuándo una pareja debería pedir ayuda y los requisitos que se necesitan de ambos para la recuperación.

El amor entre dos seres que conforman una pareja es un sentimiento delicado, dotado de vida ante el que no se puede bajar la guardia en ningún momento. Pero es también cierto que las “crisis de pareja” forman parte de la relación amorosa.

Se trata de momentos difíciles en los que parece que se toca fondo y sobre los que sobrevuela el fantasma de la separación. De manera tal que lo que vemos en la clínica y en la vida diaria es que el conflicto se vive como una amenaza que abre una fisura en nuestra frágil seguridad emocional.

El desenlace dependerá de cómo sepamos afrontar esta crisis que seguramente requiere un cambio de actitud y de enfoque por parte de los dos integrantes de la pareja.

Si pensamos la pareja en términos del juego del ajedrez, el movimiento de uno (el cambio de uno de sus miembros) necesariamente requiere que también el otro haga un movimiento acorde con el fin que no sobrevenga el “jaque mate” rápidamente, entendiendo que ese jaque mate marcaría sí el final de la relación.

Una crisis de pareja no significa inevitablemente el fin de una relación pero su presencia hace saltar una alerta que nos avisa que algo no va bien. Que esa relación que empezó siendo una relación fluida puede verse interferida por factores individuales (dependientes de la historia de cada uno de sus integrantes) o internos como el cansancio, el estrés, problemas laborales, familiares o económicos.

Casi sin darse cuenta, la convivencia se torna en una serie de silencios tensos, respuestas enojosas, y rencores continuos; incluso también resulta observable que es más fácil echar la culpa de todo al otro, asumir un papel de víctima y poner distancias y barreras a la comunicación.

En el trasfondo de estos comportamientos suele encontrarse la dificultad para asumir la verdad, especialmente la parte propia de responsabilidad, además de los miedos y las emociones más íntimas que a veces cuesta tanto exteriorizar.

Sin embargo, también es cierto que "dos no discuten si uno no quiere", y mucho menos, rompen una relación. Cuando las cosas se ponen feas, acudir a una terapia de pareja puede brindar las claves necesarias para reencaminar la situación y devolver las aguas a su cauce. Sólo hay un elemento indispensable, y es la voluntad de los dos para resolver la situación y saber o entender que los acuerdos necesitan ser renovados . De ahí que sea tan importante contar con la flexibilidad de ambos.

Generalmente toda pareja atraviesa 3 momentos clave en los que puede surgir una crisis:

1. La barrera de los 7 años. Entre los 7 y 10 años de vida en común puede aparecer una crisis que los psicólogos han llamado "de habituación". La habitualidad de todas las conductas, la repetición como forma “ilusoria” de mantener un equilibrio hace que en algún lado surja el quiebre y esos mismos comportamientos comienzan a dejar de resultar interesantes o atractivos. Esto se puede traducir en la pareja como incomunicación o malos entendidos, apatía, desapego, etc.

2. La llegada del primer hijo. La irrupción de un bebé en la casa trastoca completamente el ritmo de vida. Pasar de ser dos a ser tres, no es fácil. Muchas cosas cambian y muchas parejas pasan a ser padres y lentamente se va perdiendo la comunicación, la intimidad, la sexualidad y por supuesto sobreviene la crisis.

3. La marcha de los hijos del hogar , y otras circunstancias que supongan una crisis personal (enfermedades de uno de los integrantes, jubilación, etc.) provocan situaciones de gran tensión, especialmente si la pareja no realizó lo que podríamos llamar un trabajo “preventivo”, es decir saber que esto va a pasar y no esperar verse sumergidos en “la crisis”.

De más está decir que en muchos casos esa crisis sobreviene sin que ninguna de las dos partes tenga ningún deseo de que suceda, ni mucho menos de romper la pareja. Cuando esto ocurre, tal vez sea el momento de buscar ayuda terapéutica y realizar una terapia de pareja, evitando así el enquistamiento de ciertas situaciones.

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miércoles, 16 de febrero de 2011

INTROSPECCION TERAPIA DE PAREJA

La raíz de donde surge la familia es la pareja.

Tanto es así que "la familia será lo que sea la pareja"-

Por ello, todo análisis de la vida familiar ha de comenzar por la pareja.

Todo cuidado de la familia ha de comenzar por el cuidado de la vida de pareja.

Y todo proceso educativo de la familia ha de comenzar por educar la vida de pareja.

El amor de la pareja es algo activo, una tarea, un esfuerzo por el que se opta buscando equilibrio así como un proyecto mutuo.

Que los haga crecer y que les llene de alegría la cual no surge sola: hay que construirla dialogando sobre establecer valores y criterios, así como objetivos generales que sirven para cuidar el amor y mejorar la relación.

EL AMOR no es mero sentimiento: es querer querer al otro: es también un acto de voluntad.

Y, por supuesto, una vez esclarecido y en práctica, hay que someterlo periódicamente a evaluación

Y si es necesario por alguna crisis acudir a terapia de pareja.

El primer paso es poner en claro, mediante el diálogo, cuáles son esos valores compartidos, esos criterios comunes.

Se trata de pensar, decidir y querer juntos qué queremos ser, cómo lo queremos ser, para qué queremos vivir juntos y por que queremos vivir juntos.

Esto supondria dar respuesta a una serie de cuestiones. Algunas serían:

-¿Qué objetivos buscamos juntos?

-¿Qué nos aporta la vida en pareja y qué estamos dispuestos a aportar a la pareja?

-¿Para que nos casamos?

-¿Cuál es el sentido conjunto que queremos dar a nuestra vida?

-¿Cuál es el sentido que realmente le estamos dando, es decir, que llena nuestro corazón día a día?

-¿Qué es lo que nos sostiene y nos hace reaccionar en los momentos de crisis?

-¿Qué sentido le damos a nuestra sexualidad, cómo resolvemos las dificultades, hablamos de ello?

-¿Queremos tener hijos; cuántos?

-¿Qué nos proponemos al educarlos?

-¿Cómo decidimos nuestro tiempo libre?

-¿Cómo llevamos nuestra economía? ¿Quién administra?

Lo anterior nos da idea de lo mucho que se puede trabajar en pareja y que no es sencillo, pero que ayuda mucho la voluntad y querer salir adelante por bien mutuo y de los hijos.

De las parejas que han acudido a terapia he aprendido cómo (en la práctica) ser tolerante, generoso, perdonar y seguir en crecimiento.

Estimados lectores, los principios que comparto con ustedes quizá le exijan abrirse a nuevas ideas.

Si usted decide aceptarlas y aplicarlas a su vida, sentirá las marcas dejadas por la apertura en su mente y nunca más volverá a ser el que había sido antes.

Con el deseo de que su principal tarea sea mirar hacia el interior de sí mismo para modificar pensamientos, hábitos y conductas que no le han resultado favorables.

Por: Leonor Mier Orona (México)

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lunes, 16 de agosto de 2010

TERAPIA DE PAREJA: SIEMPRE UTILES

Todas las parejas en algún momento de sus vidas atraviesan por una crisis que puede poner en riesgo la estabilidad de su relación. Es un proceso normal y natural en una relación. Sin embargo, el problema se da cuando la pareja no sabe cómo manejar la situación y pierde la capacidad para comunicarse y ponerse de acuerdo pudiendo terminar en situaciones de violencia física o psicológica.

Buscar ayuda especializada apenas surge una crisis o problema en la relación sentimental que no puede ser manejada por los miembros de la pareja es, sin lugar a dudas, una importante manera de prevenir la separación e incluso en muchos casos, hasta el divorcio.

Es sabido que, generalmente, los hombres son quienes más se resisten a buscar ayuda, ya que sólo aceptan acudir por su propia voluntad cuando existen sentimientos de culpa por algún problema o tienen temor de perder a la pareja (o en realidad el sentir que son abandonados). En cambio, algunas mujeres son más conscientes de que hay momentos de crisis en que necesitan orientación profesional para evitar problemas mayores.

Cuando la pareja comienza a tener problemas de comunicación, de entendimiento, de cómo resolver dificultades, y por lo tanto de convivencia, siempre es positiva la “mirada neutral”, objetiva e imparcial, del especialista para que vea todo desde fuera. En la terapia de pareja se evalúa el estado actual en el que se encuentra la relación, así como la evolución del problema, valorando los posibles cauces que pudieran estar influyendo negativamente, teniendo siempre en cuenta, de forma imparcial la opinión de ambos miembros.

Asimismo, cuando en una relación algo anda mal, hay indicadores que deben interpretarse como signos de alerta a los que hay que ponerles atención. Por ejemplo, si llevan más de un año sin compartir una actividad como salir a comer, bailar o hacer deporte juntos; si llevan más de un mes sin tener relaciones sexuales, etc. En estos casos la pareja debe preguntarse qué pasó, por qué ya no lo hacen, cuáles son las circunstancias o excusas para no reservar tiempo sólo para los dos.

Los principales motivos de conflicto son las dificultades en la comunicación y para llegar a acuerdos para que la vida en pareja sea factible. Por ello, es necesario aprender a negociar las diferencias y de ser necesario ceder sin sentirse humillado(a).

Por otro lado, es importante que cada individuo de la pareja tenga su espacio personal para poder desarrollarse y madurar como individuo, ya que ello después enriquecerá la relación de pareja. Tener presente que “nadie es dueño de la otra persona”.

Generalmente, las parejas que van a terapia de manera preventiva, aprenden a abordar distintas situaciones que pueden ser motivo de conflicto como por ejemplo: el Desempleo de una de las partes, los problemas económicos, la crianza de los hijos, la inserción de la mujer en el mercado laboral, la presencia de una enfermedad discapacitante, así como los problemas sexuales e infertilidad. Es decir encuentran nuevas formas saludables de resolver sus problemas o diferencias.

Todas las parejas que atraviesan por una crisis deben aprender a negociar, ceder sin lastimarse, aprender a perdonarse. Todas las parejas están en capacidad de desarrollar habilidades y capacidad de afronte. Siempre y cuando exista el compromiso de ambas partes en continuar con esa relación, no por el hecho de complacer al otro, “por los hijos” o simplemente por no terminar en divorcio; sino porque existen sentimientos de por medio como el amor, el respeto, la admiración, etc. Eso es lo que pretende conseguir la terapia, que las personas se den cuenta de qué es lo mejor para cada uno y para ambos; que tomen la decisión que consideren más adecuada y ninguno de los dos salga lastimado.

Por: Carola De Luque
Sexóloga de Apropo
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domingo, 1 de agosto de 2010

LAS TERAPIAS DE PAREJA VAN EN AUMENTO

Las demandas de terapia de pareja crecieron el 30%

El alza es sostenida desde 2001. La idea es encontrar un “árbitro” que logre mediar en los conflictos. Los hombres son más reticentes

(DIARIOC, 05/07/2010) Un árbitro. Eso es lo que buscan cada vez más parejas. El pedido -lejos de ser causado por la fiebre mundialista- se relaciona con los problemas de comunicación que hombres y mujeres se animan a tratar en terapia conjunta. Desde 2001 -cuando la crisis económica terminó de erosionar la delicada armonía de algunos matrimonios-, la cantidad de consultas crece sostenidamente. En el último año, el incremento trepó hasta el 30% según coinciden Dante Ciciaro, director de la Asociación Pareja y Familia Actual, y Tamara Lizevsky, miembro de Psicólogos en Red.

“Hay apertura al diálogo de lo que constituye la intimidad. Es habitual que los problemas de pareja se hablen más abiertamente que antes”, explica Lizevsky. Sin embargo, para algunos matrimonios el tema aún es tabú. “Es difícil admitir que hay un problema e ir a terapia parece hacerlo más grave todavía. Nosotros no comentamos mucho que vamos. Además, la idea de que si vas a terapia te separás está muy instalada. Y no es verdad. Nosotros encontramos un lugar para hablar”, comenta Laura A., de 32 años.

En conflicto. Los tratamientos son de 12 sesiones en promedio, y suelen ser las mujeres quienes proponen iniciarlos. “A ellas suele molestarles la sensación de que pasa algo y no se habla. Entonces, buscan un tercero que pueda abrir el juego”, dice Rosalía Alvarez, secretaria de Investigación de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

“Sabrina propuso ir a terapia y yo acepté enseguida”, cuenta Leandro Rivera, de 33 años. Sus dos hijos adolescentes de un matrimonio anterior conviven la mitad de la semana con la pareja. “No tengo hijos ni el punto de vista de un padre. Eso generaba algunas discusiones. Las personas solteras suelen ser más permisivas; duermen un domingo hasta tarde o se saltan una comida si quieren. Con los chicos no es así”, describe Sabrina Rovere, diseñadora gráfica de 35 años. Contentos por haber ido a terapia coinciden en que “fue positivo que la terapeuta nos diese pautas muy claras de convivencia”.

Catarsis actoral. A diferencia de ciertas terapias individuales, el rol de los profesionales es muy activo. Opinan y orientan, aunque siempre priorizan el diálogo de la pareja para resolver antagonismos. En situaciones extremas, algunos recurren al psicodrama. “Cuando el enfrentamiento es muy encarnizado, les pido que inviertan los roles, que cada uno se ponga en el lugar del otro, aunque no es lo que más hago”, explica Hilda Abelleira, psicóloga de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo.

En una de las primeras sesiones, la terapeuta de Liliana Suárez y su ex marido les pidió que dibujasen, por separado, su árbol genealógico. El desinterés mutuo quedó plasmado cuando los dos olvidaron incluir a su cónyuge en el dibujo. “Yo había empezado actividades para tratar de estar mejor. Mi autoestima mejoró, pero para mi esposo eso generó cambios en mí. Veníamos con algunas crisis sin resolver, como un negocio del que éramos socios y quebró”, señala la mujer de 47 años. Tras 11 años de convivencia, la pareja se separó. “Fuimos muy al final. La terapia podría habernos ayudado si nos hubiésemos decidido cuatro años antes”, explica.

Las parejas jóvenes no dejan pasar tanto tiempo para buscar ayuda. En promedio pasan entre dos y tres años antes decidirse. “Yo estuve un año mal antes de ir a terapia. Teníamos problemas de comunicación y de objetivos”, cuenta Karina Pérez, empleada administrativa de 38 años. Aunque el intento no funciónó “porque él no lograba aceptar que había un problema”, Pérez considera que la terapia puede ser positiva “si ambos están interesados en participar”.

No va más. El “aguante” en el matrimonio ya no es un modelo de vida y algunas parejas buscan en terapia una forma de separarse de la mejor manera posible. Ese fue el caso de Diego A., un escritor de 56 años, que recurrió a consulta de pareja en dos oportunidades.

“La primera vez -afirma- logramos cambios que le dieron una sobrevida de cinco años a la relación. La segunda, fuimos para un cierre. Las terapias de pareja no son una solución mágica. Para que sirvan hay que encararlas a tiempo.” Para algunas parejas, una necesidad; para otras, un desafío.

Fuente: Perfil

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sábado, 31 de julio de 2010

TERAPIA DE PAREJA

¿Cómo distinguir entre una crisis y el final de una relación?

El amor, no impide las crisis, pero sí puede convertirse en el principal elemento de apoyo, para buscarles una solución
La manera en que cada miembro de la pareja afronta ese periodo de problemas, es individual y depende de los recursos positivos o negativos que cada uno disponga.

Miedo al cambio
El modo en que se superen los problemas dependerá que una pareja, refiriéndose a una etapa conflictiva, hable de una crisis más o la perciba como lo que fue el principio del fin.
Esto obedece a factores como la madurez emocional, la habilidad para gestionar los conflictos, la duración de la relación, las redes de que disponga o el momento personal en que se encuentre.
No hay criterios fijos a los que recurrir para determinar si una relación toca ya su fin.
Además, cuanto más duradera haya sido esa unión y cuando la ruptura afecte a más personas –los hijos son el argumento que muchas personas esgrimen para seguir conviviendo, a pesar de la crisis-, más difícil se hará tomar la decisión de romper.
Podría decirse que el momento en el que una relación deja de aportar a los miembros de la pareja ese conjunto de elementos que la propició –afectividad y emoción, seguridad, disfrute sexual…-, se alcanza el punto de inflexión en el que se debe producir el cambio.
Reconocer si se está atravesando una época con dificultades graves o si se está ante el principio del fin de la relación, es una tarea ardua para los miembros de la pareja, ya que inmersos en un sinfín de emociones, sentimientos y sensaciones, resulta difícil serenarse lo suficiente para hacer una reflexión tranquila que los conduzca a esclarecer en qué punto de la relación se encuentran.
No es extraño que se produzcan autoengaños, más o menos conscientes, que surgen como resistencia al cambio, ya sea para replantearse la pareja y seguir adelante con cambios, o bien para iniciar definitivamente una separación.

¿Simple crisis o separación?
En función del modo en que se afronte una crisis, de cómo se comporten los miembros de la pareja ante esa etapa, la unión saldrá reforzada o será la primera fase del fin.

Es decir, ante una fase conflictiva de la pareja la pregunta no es “¿es esto el fin?”, sino “¿quiero que sea el fin?, ¿me interesa seguir con el compromiso que supone esta relación?”.

En definitiva, una mala racha será sólo una crisis si es superada, pero se convertirá en una separación si la unión acaba. La respuesta a algunas preguntas puede brindar pistas que ayudarán a tomar una decisión en esa difícil coyuntura:

•¿Se aman?
•¿Miran juntos en la misma dirección?
•¿Tienen todavía algunas metas en conjunto?
•¿Sienten profundo interés por la otra persona?
•¿Se desean?
•¿Tienen confianza total el uno en el otro?
•¿Y en la propia relación?
•¿Reflexionan y se comprometen para ver qué pueden aportar a la otra persona y a la relación para mejorarla?
Es muy importante tener presente el alcance de las decisiones, sobre todo si se opta por terminar con la relación.

No se separan dos personas, sino a veces una familia con hijos, todo un entramado de relaciones y amigos, de dependencias económicas, por lo que si la pareja se encuentra con frenos que impiden que la reflexión prospere, es conveniente acudir a un o una especialista en temas de pareja, que desbloquee la situación y habilite espacios para que la reflexión reúna las garantías deseables.

Introducirá equilibrio y establecerá un protocolo para ayudar a la pareja a decidir mejor.

Para fortalecer la pareja
Se deben desarrollar estas habilidades:

•Aceptar que la vida en común es enteramente responsabilidad de ambos. No esperar que el otro miembro de la pareja los haga feliz. La propia felicidad depende, de cada uno
•Saber que no tienen que resolver la vida de la otra persona, buscándole soluciones, dándole consejos y marcándole las pautas de cómo debe vivir su vida.
•Aprender a escuchar. Para ello dejar lo que están haciendo, vaciarse de otros pensamientos que distraigan la atención e intentar colocarse en el lugar del otro, para entender cómo se siente.
•Aprender a dialogar. Las opinión de cada uno, su forma de entender y de aprehender la realidad no son la verdad absoluta, sino sólo la propia.
•Aprender a consensuar. Lo mío y lo tuyo han de ser tenidos en cuenta y debatidos para poder llegar a definir “lo nuestro”.
•Aprender a compartir. Darse el uno al otro: preguntar cómo se encuentra, qué le incomoda, qué quiere y desea.
•Aprender a pedir. Mostrar la vulnerabilidad es la mejor muestra de amor, ya que ésta, no se la enseña a cualquiera.
•Dedicar tiempo específico para la pareja.
•Compartir hobbies, tiempos lúdicos, fantasías e ilusiones, al igual que acompañarse en los momentos tristes, duros y penosos.
•Compartir la economía. Forma parte de la relación de pareja.
•Aprender a utilizar los conflictos y las crisis, para aprender más de simismos, ver qué necesita cada uno y cuál es el dolor que suscita en la pareja. Que estos sean trampolín de desarrollo y no de estancamiento que no lleva a ninguna parte. Hablar cuanto sea necesario, para que el problema no quede enquistado. No hay mayor desastre que el silencio.
•Mimar con orgullo a la pareja. El sexo, las caricias y el “te quiero” han de decirse, hay que explicitarlos. No valen los sobreentendidos.
Para lograr todo esto a veces es importante consultar a tiempo, antes de llegar a la separación ya que generalmente es muy difícil hacerlo solos.

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